Lanzarote (I): el juego entre el caos y el orden
Recientemente hemos viajado a Lanzarote huyendo del frío y en busca de los restos que dejó el calor de la Tierra en tiempos pasados. Jamás había estado en un sitio semejante, pues sabido es de todos que no suelo viajar mucho: mares de lava solidificada, paisajes desérticos y volcanes por todas partes.
Lo primero que nos llamó la atención tras dar un paseo por Puerto del Carmen fue lo ordenado y lo geométrico que era todo: las casas y las calles. Las casas, si no eran cubos perfectos, estaban formadas por ellos: todo se cortaba en ángulos rectos, algún que otro tetraedro o figura piramidal, cúpulas semiesféricas... Y todo de un color blanco impoluto, supuestamente el color de la arquitectura tradicional de la isla (o de las islas). Aunque lo tradicional en Lanzarote es difícil encontrarlo.
Es difícil porque lo primero con lo que te encuentras es con una multitud de extranjeros: alemanes, ingleses, americanos... Y toda una infraestructura urbanística organizada para ellos: desde los letreros y anuncios en varios idiomas hasta los locales de ocio y hostelería regentados también por extranjeros; y llega al punto de que en algunos sitios podías pensar que estabas en Dublin (nunca he estado en Dublin), lleno de tabernas irlandesas con pantallas gigantescas en las que constantemente hay fútbol o rugby y las correspondientes banderas nacionales como reclamo.
Lo cierto es que allí nos hemos encontrado con muy poca gente autóctona. Quizá porque los naturales no soporten las condiciones de la isla y aspiren a una vida un poco más cómoda. Y es que toda la economía de la isla está enfocada hacia el turismo, pero lo está, creo, de una manera servilista: nos hemos encontrado supermercados abiertos el domingo a las nueve de la noche.
La alternativa al turismo es la agricultura y ya se sabe lo dura que es la vida en el campo, más en una isla como ésta, con un clima casi desértico y azotada constantemente por el viento. Todo en esta isla requiere de un gran esfuerzo para levantarse y mantenerse, me decía Gema: apartar las piedras, construir muros contra el viento que protejan las vides u otras plantas...
Para terminar con el rollo turístico he de deciros que si vais a Lanzarote buscando algo diferente de Benidorm ni os molestéis en pasar por las ciudades de la costa suroriental, desde Costa Teguise para abajo. No hay nada que ver, salvo quizá, la playa del Papagayo y aledaños (de los cuales no hay fotos porque nos dejamos la cámara en el coche para evitar dejarla sin guardian mientras nos bañábamos en porretas; y no es que sean playas nudistas, pero allí la gente no parece tener complejos; y donde fueres haz lo que vieres).
En realidad el rollo turista no acaba ahí, aunque sí el turismo de sol y playa, pues está la parte noroccidental (Famara y La Santa) enfocada hacia el turismo deportivo, fundamentalmente el surf, pero por allí solo pasamos ya de noche: hacía mucho viento, se levantaba la arena de la playa invadiendo la carretera. Por los vehículos y viviendas que pudimos entrever podías imaginarte el tipo de gente que campaba por allí: frikis del surf, pseudo hippies...
El resto es todo lava, basalto, ¡¡¡¡ LAVAAAA !!!!! Lava por todas partes en sus más diferentes variedades: nueva (de hace 270 años), vieja (11.000.000 años), mediana edad (21.000 años), negra, roja, amarilla, lisa, rugosa, ligera, pesada, compacta, porosa... Lava y volcanes.
Allí empecé a recordar las lecciones del colegio sobre geología y geografía. Bueno, recordar es decir mucho, digamos que me empezaron a venir ideas, palabras, imágenes, en una especie de nebulosa, todas agolpadas, especialmente la palabra "malpaís". Ya no me acuerdo si cuando estudié las Canarias venían imágenes de lo que era el malpaís, aún así uno no lo sabe hasta que no se encuentra en él. Me parece que es un término precioso y preciso para lo que quiere significar: un terreno del cual no se puede hacer carrera (aunque hagan carreteras), en el cual no se puede plantar nada, por el cual no se puede caminar. Supongo que estas fotos tampoco serán fiel reflejo de la realidad:
Lo más impresionante es salir de Yaiza y entrar en el negro desierto del Timanfaya: uno se imaginaba las coladas de lava como si fueran una capa ininterrumpida de roca con más o menos ondulaciones, con las huellas de haber estado en estado líquido alguna vez, haber fluido y haberse solidificado... Nadie te hablaba (o no lo recuerdo) de los gases que esa masa incandescente lleva en su interior, gases que pugnan por escapar aun cuando las capas más superficiales se han solidificado. Los gases hacen estallar esas capas y se forma un terreno inhabitable, al menos para el hombre y grandes animales... En Timanfaya, después de casi 300 años, sólo hay líquenes. Eso es el malpaís, una enorme capa de asfalto a la que la hubieran destrozado desde abajo.
La palabra o el concepto que te viene a la mente es "caos" (piedras a cascoporro, decía Gema).
Y este negro caos, porque en Lanzarote todo es negro, contrasta con el blanco orden de las casas, con sus geométricas formas, como si de una sobre-reacción antropológica se tratase. Toda la naturaleza de Lanzarote evoca el principio de la entropía: el paisaje, el constante viento, la vegetación... Y parecería que el hombre reacciona frente a ese desorden con una ordenación desmedida... Pero a veces le puede, encontrándonos con pueblos cuyas calles parecen dispuestas a modo de laberinto: es el caso de San Bartolomé. Quizá, también, ese orden solo esté presente en las zonas turísticas nuevas, cuyos planes urbanísticos han de maximizar la rentabilidad del espacio disponible.
Sin embargo, el blanco de las casas... Yo me pregunto desde cuándo existen esas casas encaladas al modo de Andalucía y Levante. La arquitectura autóctona no podía utilizar el blanco porque no existía. ¿No sería un invento del Manrique? No, seguramente no, algo anterior seguro que era. Aunque probablemente deberíamos distinguir entre tradicional y originario, ya que lo tradicional puede llegar a ser importado... Como las patatas en España. Se trata sólo de una cuestión de tiempo. O quizá de una cuestión conceptual: tradicional-originario, origen-importación, tradición-innovación, caos-orden, naturaleza-cultura, belleza-fealdad, orden y justicia...
Justicia... Justicia, orden y ley, que cantaban "La Polla Records":
César Manrique quiso establecer para la isla un modelo de desarrollo urbanístico sostenible. Quiso ordenar lo que desde hacía unos años (antes de su vuelta de Nueva York) se estaba convirtiendo en un caos urbanístico desarrollista tipo Benidorm. Pero al parecer no tuvo mucho éxito, no por lo menos en la zona Sur.
Sin embargo, este caos que se le viene encima a la isla, nada tiene que ver con el caos que brota de las entrañas de la Tierra. Éste, al cabo de los siglos, resulta tener una belleza incomparable. Aquél, al cabo de pocos años, lo nivela todo bajo el asfalto y el hormigón, sustituyendo la belleza del caos por la fealdad del orden. No, no toda ordenación es fea, seguramente depende de con qué se compare. Y tampoco estamos oponiéndonos aquí al "progreso" de una zona rural que necesite asfaltar los caminos o sustituir sus casas de madera. En Lanzarote tratan de sustituir basalto por asfalto: meter plazas hoteleras donde antes sólo había lava.
En fin... Os dejamos unas fotos de Playa Blanca. Continuará...
Lo primero que nos llamó la atención tras dar un paseo por Puerto del Carmen fue lo ordenado y lo geométrico que era todo: las casas y las calles. Las casas, si no eran cubos perfectos, estaban formadas por ellos: todo se cortaba en ángulos rectos, algún que otro tetraedro o figura piramidal, cúpulas semiesféricas... Y todo de un color blanco impoluto, supuestamente el color de la arquitectura tradicional de la isla (o de las islas). Aunque lo tradicional en Lanzarote es difícil encontrarlo.
Es difícil porque lo primero con lo que te encuentras es con una multitud de extranjeros: alemanes, ingleses, americanos... Y toda una infraestructura urbanística organizada para ellos: desde los letreros y anuncios en varios idiomas hasta los locales de ocio y hostelería regentados también por extranjeros; y llega al punto de que en algunos sitios podías pensar que estabas en Dublin (nunca he estado en Dublin), lleno de tabernas irlandesas con pantallas gigantescas en las que constantemente hay fútbol o rugby y las correspondientes banderas nacionales como reclamo.
Lo cierto es que allí nos hemos encontrado con muy poca gente autóctona. Quizá porque los naturales no soporten las condiciones de la isla y aspiren a una vida un poco más cómoda. Y es que toda la economía de la isla está enfocada hacia el turismo, pero lo está, creo, de una manera servilista: nos hemos encontrado supermercados abiertos el domingo a las nueve de la noche.
La alternativa al turismo es la agricultura y ya se sabe lo dura que es la vida en el campo, más en una isla como ésta, con un clima casi desértico y azotada constantemente por el viento. Todo en esta isla requiere de un gran esfuerzo para levantarse y mantenerse, me decía Gema: apartar las piedras, construir muros contra el viento que protejan las vides u otras plantas...
Para terminar con el rollo turístico he de deciros que si vais a Lanzarote buscando algo diferente de Benidorm ni os molestéis en pasar por las ciudades de la costa suroriental, desde Costa Teguise para abajo. No hay nada que ver, salvo quizá, la playa del Papagayo y aledaños (de los cuales no hay fotos porque nos dejamos la cámara en el coche para evitar dejarla sin guardian mientras nos bañábamos en porretas; y no es que sean playas nudistas, pero allí la gente no parece tener complejos; y donde fueres haz lo que vieres).
En realidad el rollo turista no acaba ahí, aunque sí el turismo de sol y playa, pues está la parte noroccidental (Famara y La Santa) enfocada hacia el turismo deportivo, fundamentalmente el surf, pero por allí solo pasamos ya de noche: hacía mucho viento, se levantaba la arena de la playa invadiendo la carretera. Por los vehículos y viviendas que pudimos entrever podías imaginarte el tipo de gente que campaba por allí: frikis del surf, pseudo hippies...
El resto es todo lava, basalto, ¡¡¡¡ LAVAAAA !!!!! Lava por todas partes en sus más diferentes variedades: nueva (de hace 270 años), vieja (11.000.000 años), mediana edad (21.000 años), negra, roja, amarilla, lisa, rugosa, ligera, pesada, compacta, porosa... Lava y volcanes.
Allí empecé a recordar las lecciones del colegio sobre geología y geografía. Bueno, recordar es decir mucho, digamos que me empezaron a venir ideas, palabras, imágenes, en una especie de nebulosa, todas agolpadas, especialmente la palabra "malpaís". Ya no me acuerdo si cuando estudié las Canarias venían imágenes de lo que era el malpaís, aún así uno no lo sabe hasta que no se encuentra en él. Me parece que es un término precioso y preciso para lo que quiere significar: un terreno del cual no se puede hacer carrera (aunque hagan carreteras), en el cual no se puede plantar nada, por el cual no se puede caminar. Supongo que estas fotos tampoco serán fiel reflejo de la realidad:
Lo más impresionante es salir de Yaiza y entrar en el negro desierto del Timanfaya: uno se imaginaba las coladas de lava como si fueran una capa ininterrumpida de roca con más o menos ondulaciones, con las huellas de haber estado en estado líquido alguna vez, haber fluido y haberse solidificado... Nadie te hablaba (o no lo recuerdo) de los gases que esa masa incandescente lleva en su interior, gases que pugnan por escapar aun cuando las capas más superficiales se han solidificado. Los gases hacen estallar esas capas y se forma un terreno inhabitable, al menos para el hombre y grandes animales... En Timanfaya, después de casi 300 años, sólo hay líquenes. Eso es el malpaís, una enorme capa de asfalto a la que la hubieran destrozado desde abajo.
La palabra o el concepto que te viene a la mente es "caos" (piedras a cascoporro, decía Gema).
Y este negro caos, porque en Lanzarote todo es negro, contrasta con el blanco orden de las casas, con sus geométricas formas, como si de una sobre-reacción antropológica se tratase. Toda la naturaleza de Lanzarote evoca el principio de la entropía: el paisaje, el constante viento, la vegetación... Y parecería que el hombre reacciona frente a ese desorden con una ordenación desmedida... Pero a veces le puede, encontrándonos con pueblos cuyas calles parecen dispuestas a modo de laberinto: es el caso de San Bartolomé. Quizá, también, ese orden solo esté presente en las zonas turísticas nuevas, cuyos planes urbanísticos han de maximizar la rentabilidad del espacio disponible.
Sin embargo, el blanco de las casas... Yo me pregunto desde cuándo existen esas casas encaladas al modo de Andalucía y Levante. La arquitectura autóctona no podía utilizar el blanco porque no existía. ¿No sería un invento del Manrique? No, seguramente no, algo anterior seguro que era. Aunque probablemente deberíamos distinguir entre tradicional y originario, ya que lo tradicional puede llegar a ser importado... Como las patatas en España. Se trata sólo de una cuestión de tiempo. O quizá de una cuestión conceptual: tradicional-originario, origen-importación, tradición-innovación, caos-orden, naturaleza-cultura, belleza-fealdad, orden y justicia...
Justicia... Justicia, orden y ley, que cantaban "La Polla Records":
César Manrique quiso establecer para la isla un modelo de desarrollo urbanístico sostenible. Quiso ordenar lo que desde hacía unos años (antes de su vuelta de Nueva York) se estaba convirtiendo en un caos urbanístico desarrollista tipo Benidorm. Pero al parecer no tuvo mucho éxito, no por lo menos en la zona Sur.
Sin embargo, este caos que se le viene encima a la isla, nada tiene que ver con el caos que brota de las entrañas de la Tierra. Éste, al cabo de los siglos, resulta tener una belleza incomparable. Aquél, al cabo de pocos años, lo nivela todo bajo el asfalto y el hormigón, sustituyendo la belleza del caos por la fealdad del orden. No, no toda ordenación es fea, seguramente depende de con qué se compare. Y tampoco estamos oponiéndonos aquí al "progreso" de una zona rural que necesite asfaltar los caminos o sustituir sus casas de madera. En Lanzarote tratan de sustituir basalto por asfalto: meter plazas hoteleras donde antes sólo había lava.
En fin... Os dejamos unas fotos de Playa Blanca. Continuará...
