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martes, 23 de marzo de 2010




Gogol Bordello: punk gitano desde New York City



Hace unos meses Javi, un amigo desde mi infancia, me recomendó escuchar a este grupo. Y no le hice caso hasta que lo escuché en Radio 3. Ahora os lo recomiendo yo: son divertidos y tienen mucha marcha.


(Extraído de la wikipedia)


Gogol Bordello es un grupo de gypsy punk del Lower East Side of New York City formado en 1999. Uno de sus rasgos más característicos son sus frenéticas presentaciones teatrales, y otro su sonido inspirado en la música gitana. La mayor parte de sus miembros son inmigrantes de Europa del este, y el grupo utiliza sonidos de acordeón y violín y, en algunos de sus discos,saxofón y música de cabaret, punk y dub.



En una entrevista para la National Public Radio, el líder Eugene Hütz citó a Jimi Hendrix yParliament-Funkadelic como influencias musicales del grupo, y a Nikolái Gogol, homenajeado en el nombre de la banda, como una influencia ideológica. Entre sus influencias están tambiénManu Chao, Karamelo Santo, Fugazi, Kalpakov, Rootsman y The Clash.



Lanzaron su primer single en 1999, y desde entonces han publicado dos álbumes, un EP y un álbum en colaboración con Balkan Beat Box. En 2005 el grupo firmó con la discográfica de punk rock SideOneDummy Records.



La grabación de "Start Wearing Purple" del disco Voi-La Intruder les dio a conocer en el Reino Unido, y fue regrabada para su disco Gypsy Punks, convirtiéndose en su primer single internacional. “Not a Crime” fue seleccionado como segundo single.



La melodía de "Start Wearing Purple" aparece en varias escenas a lo largo de la película de 2005 Everything Is Illuminated, y en los títulos de crédito se oye la canción con letra; es también la última canción de la banda sonora. Además, Eugene Hütz tuvo un papel protagonista en el filme.



Varios miembros de la banda, junto con miembros de Balkan Beat Box, tienen un proyecto paralelo que mezcla dub y electrónica llamado J.U.F. (Jewish-Ukrainian Freundschaft).



En el 2007 actúan en una presentación en vivo en el Live Earth [Londres] junto a Madonna, con la que comparten mientras cantan "La Isla Bonita", el 07 de julio de 2007.
Aquí podéis descargar el torrent de su discografía: GogolBordello.torrent



Y aquí os dejo su página para que escuchéis alguna canción (por cierto, tocan el 21 de mayo en La Riviera, Madrid; el 22 en Razzmatazz, Barcelona y el 10 de julio en Bilbao, Live Festival): 









miércoles, 3 de marzo de 2010




Amor líquido vs. amor sólido

Os transcribo un párrafo de "En brazos de la mujer madura", de Stephen Vizinczey, escrito en 1965. La postmodernidad estaba realizando su advenimiento:



Puesto que el amor es un atisbo sentimental de la eternidad, uno no puede menos que imaginar que el verdadero amor ha de durar siempre. Y cuando se acaba, como se acaba siempre mi amor, no podía sustraerme a un sentimiento de culpabilidad por mi incapacidad de sentir emociones auténticas y perdurables. [...] En esto soy como la mayoría de mis escépticos contemporáneos: puesto que ya no nos reprochamos no ajustarnos a unos preceptos éticos absolutos, nos golpeamos con el palo de la interiorización psicológica. Cuando de amor se trata, rechazamos la distinción entre moral e inmoral a cambio de "verdadero" y "falso". Somos muy aprensivos para condenar nuestras acciones y, en su lugar, condenamos nuestros motivos. Después de liberarnos de un código de comportamiento, nos sometemos a un código de motivación, para conseguir la sensación de vergüenza que nuestros padres adquirían por medios menos sofisticados. Nosotros rechazamos su moral religiosa porque enfrentaba al hombre con sus instintos, lo agobiaba con el peso del remordimiento por unos pecados que, en realidad, eran efecto de leyes naturales. No obstante, todavía estamos haciendo penitencia por la creación: preferimos considerarnos fracasados a renunciar a nuestra fe en que la perfección exista. Nos aferramos a la ilusión del amor eterno negando validez al temporal. Duele menos pensar: "Soy superficial", "Es egocéntrica", "No podíamos comunicarnos", "Era sólo atracción física" que aceptar el simple hecho de que el amor es sentimiento pasajero que acaba por causas ajenas a nuestro control e, incluso, a nuestra personalidad. Pero ¿quién puede tranquilizarse con sus propias reflexiones? No hay argumento que pueda llenar el vacío que deja el sentimiento que ha muerto: recordatorio del vacío terminal, nuestra inconstancia final. Hasta a la vida le somos infieles.







Hacía tiempo que no me encontraba con un texto de estas características: profundo, denso y sobre un tema atractivo y muy actual, las formas del amor, tema que he tratado algunas veces. Antes de nada, analicemos el texto extrayendo las ideas principales:




1.- La idea básica de Vizinczey es que el amor es un sentimiento que acaba, un sentimiento producto de nuestros instintos animales.



2.- Pero según sus contemporáneos sólo el amor eterno sería amor verdadero (mera ilusión para Vizinczey), mientras que los otros amores caducos, amoríos, serían amores falsos.



3.- Esta idea, y todo el texto, se sitúa dentro de un marco existencialista, probablemente kierkegaardiano,  que le proporciona un toque místico, ya que de otra manera el asunto, la idea básica, aparecería como muy descarnada: puesto que somos seres contingentes y, en tanto que conscientes de nuestra contingencia, anhelantes de eternidad, siendo nuestros sentimientos lo más íntimo y cercano a nuestro ser, deseamos que los buenos sentimientos, entre ellos el amor, sean eternos; deseo inútil, puesto que al ser los sentimientos reflejos de nuestro ser, son tan temporales cómo éste.



4.- La caída en los amores falsos produce remordimientos psicológicos a los contemporáneos, sentimientos de culpa.



5.- Pero esa culpabilidad no es sino una rémora, en la época actual (psicologizada), de la culpabilidad tradicional asociada a un código de comportamientos morales desfasado.



Y ahora analicemos estas ideas, exceptuando la tercera, pues no quiero entrar en misticismos ni andar analizando símiles o metáforas.



Me parece de una importancia capital, más allá del tema que nos ocupa (el amor), el marco sociocultural en el que Vizinczey se sitúa (ideas 4 y 5). Vizinczey es ya un claro exponente de la postmodernidad y desde su alcanzada altura, surfeando sobre amor líquido (como dice Zygmunt Bauman), contempla la culminación de la época anterior, la modernidad, en la que todavía viven instalados la mayoría de sus contemporáneos y uno de los farallones que aún quedaban de épocas pretéritas: el amor sólido. La modernidad, que fue sustituyendo técnicas por tecnologías, dioses por conceptos, servidumbres por libertades, terminó por infiltrar dentro del imaginario colectivo la concepción cartesiana del hombre: Descartes y su filosofía de la conciencia, al cabo de  tres siglos y gracias a la Psicología, había triunfado sobre Suárez y demás escolásticos (mucho más realistas y moralistas, aunque teológicamente ideologizados).



Ahora bien, nada cambia de golpe, entre otras cosas porque lo que cambia (las cosas, los comportamientos, las ideas) no es uniforme, está formado por partes que llevan su propio ritmo de cambio. Cambian algunos comportamientos (la gente se separa, se divorcia), pero no cambian otros (nos sentimos culpables si nos separamos). Cambian algunas ideas ("separarse es bueno si, al fin y al cabo, la pareja no se quiere"), pero no cambian otras ("el amor verdadero y bello es el amor eterno"). De este modo sancionamos como buena y positiva una separación pero ello no nos evita sentirnos culpables.



Lo interesante del texto de Vizinczey es que señala precisamente uno de estos cambios: nuestros padres se sentían culpables por no actuar debidamente, es decir, tal y como marcaban los códigos morales (en el caso que nos ocupa, por no permanecer junto a su pareja durante toda la vida). Una vez liberada la gente de este código moral, achacan su sentimiento de culpa (sentimiento que Vizinczey sitúa en el anhelo de eternidad o en la constatación de nuestra contingencia) a su incapacidad para reconocer el "amor verdadero". Lo cual quiere decir que el canon moral sigue vigente, aunque relajado: antes el amor era amor porque vivías con una persona toda la vida, ahora vives toda la vida con ella porque hay amor entre los dos, amor verdadero. Y si el amor se rompe es porque no era verdadero. Ante una situación de este tipo antiguamente se iba al confesor, el cual te recomendaba la forma de actuar, amén de rezar unos padrenuestros y darte una hostia (física o figurada, consagrada o no); luego estaba en uno mismo el seguir sus consejos o no; seguramente no, pero allá cada cual si quería acabar con su alma en el infierno (en el de la culpa o en el de las llamas... O en ambos). Ya no hay flamígeros infiernos, ya no hay confesores con sotana, pero seguimos viviendo en el infierno de la culpa y para librarnos de ella vamos al psicólogo (moderno confesor). Vivimos en una sociedad esquizoide queremos una cosa y su contraria: queremos vivir toda la vida con una persona pero si se cruza otra en nuestro camino ya no queremos vivir con la primera pues se ha acabado el amor; no era amor verdadero.



Analicemos ahora la segunda idea (amor verdadero, amor eterno). Desde Platón, en su conocido diálogo "El Banquete", el Amor es amor eterno, y también desde Platón lo Bello, lo Bueno y lo Verdadero son una y la misma cosa. Y aunque Kant se esforzó por dejar claro que dichas ideas no eran solidarias, sino que pertenecían a disciplinas o discursos inconmensurables entre sí (la Estética, la Moral y las Ciencias), el uso que la Teología había hecho de Platón durante muchos siglos ha calado hondo en el saber popular, probablemente sin darse cuenta de que dicho uso era ideológico: decir que una verdad científica es bella no pasa de ser un adorno sin consecuencias (aunque tampoco nadie diría que es bella la verdad de que tu pareja te engaña); decir que una verdad científica es buena sería cierto si a partir de ella se construyen tecnologías que hacen la vida más llevadera (pues se supone que es bueno hacer la vida más fácil); si tenemos en cuenta que tanto lo bello como lo bueno son constructos sociales podemos entender que lo uno se predique de lo otro y viceversa (al margen de que los cánones morales sean una cosa distinta de los cánones estéticos), pero no podemos decir que lo bueno o lo bello sean verdaderos si por verdad entendemos la adecuación de un discurso a la realidad. El uso que se hace de la Verdad, fuera de las ciencias y de los meta-discursos (discursos acerca de la adecuación de otros discursos a la realidad), es ideológico: el Amor... O, mejor, un amor (en tanto que relación entre dos personas), podrá ser bueno, incluso bello, pero no verdadero o falso (podrán ser verdaderas o falsas las declaraciones sobre ese amor: "te quiero", "te amo", "no te engaño", "ch..."). Si se habla de amor verdadero o falso es porque se está tomando como canon una forma concreta de amor, el "amor para toda la vida" (como canta el Fito). Ahora bien, ¿existe ese tipo de amor, el amor eterno?



Vamos con la idea inicial: "el amor es un sentimiento que acaba, un sentimiento producto de nuestros instintos animales". En realidad se trata de tres ideas, a) los sentimientos proceden de nuestros instintos, b) los sentimientos acaban y c) el amor es un sentimiento; en fin, que el amor es como el hambre, ¿no?



Pues no. Negamos las tres ideas: ni los sentimientos proceden exclusivamente de los instintos, ni tienen por qué acabar y, sobre todo, el amor no es sólo un sentimiento. Observemos que no estamos negando las ideas en su totalidad, sino que estamos matizando. Lo que se dice es verdad, pero no es toda la verdad. El problema es cometer una falacia argumental mediante una sinécdoque de ampliación, es decir, hacer de una parte la totalidad, como hace Vizinczey.



a) Los sentimientos no proceden sólo de nuestros instintos, sino también, y fundamentalmente, de los cánones estéticos y morales, de los usos y costumbres, de las normas, al fin y al cabo. ¿Por qué? Basicamente porque el sentimiento es inseparable del objeto de ese sentimiento, un objeto, en el caso del Hombre, construido socialmente: tenemos hambre, sí, efecto de nuestra condición animal; pero no comeríamos cualquier cosa (la comeríamos si estuviéramos completamente privados de nuestra condición humana, de nuestra dignidad, verdaderamente hambrientos y hay casos que ni aún así; las huelgas de hambre lo demuestran). Tenemos hambre de ciertos alimentos, los vegetarianos no tienen hambre de carne, ni los musulmanes hambre de cerdo, ni nosotros de ratas o perros. El hambre no se reduce, pues, al sentimiento animal. Ni tampoco el amor. Tenemos ganas de follar, sí. Pero tampoco lo haríamos con cualquiera, ¿verdad? Si fuéramos animales nos bastaría cualquier macho o hembra (según gustos).



b) Los sentimientos no tienen por qué ser pasajeros. También es verdad que algunos animales permanecen juntos durante toda la vida, especialmente las aves, pero no los mamíferos ni, entre estos, los primates (y si hablamos de la condición animal del hombre no podemos olvidar nuestra filogénesis, es decir, no basta con compararnos con cualquier animal, hemos de hacerlo con los primates). Otro contraejemplo de amor es el que se tiene por los retoños: una hembra animal "ama a" (cuida de) sus retoños hasta que se hacen adultos, después los echa de su nido o guarida y no los reconoce como propios; una madre humana ama a sus hijos hasta el día de su muerte, aunque también haya de echarlos a los 40 años por el bien de estos. O sea, diferencias entre los sentimientos humanos y animales existen; no decimos que los unos no provengan de los otros, lo que decimos es que no son lo mismo, que hay algo más: la construcción social del objeto y de la forma de esos sentimientos, lo cual hace que varíen de unas sociedades a otras y de unas épocas a otras dentro de la misma sociedad.



c) El amor no es sólo un sentimiento. Precisamente la idea contraria es la que vertebra toda la falacia argumental del texto de Vizinczey y de la mayor parte de nuestros contemporáneos cuando del amor hablan. Y es que, efectivamente, si el amor fuera exclusivamente un sentimiento pudiera ser que fuera pasajero, temporal, efecto de no se sabe qué feromonas, por ejemplo. Pero no lo es. El amor es ante todo una idea, no un concepto, pues cualquier cosa lleva un concepto asociado. Se trata de una idea en el sentido kantiano de término: una idea práctica. Las ideas, al contrario que los conceptos, no resultan del todo claras, pues están formadas o cruzadas por múltiples conceptos no necesariamente solidarios entre sí, sino a veces en oposición, en crítica constante de unos por otros; de ahí que sean las ideas el campo temático de la Filosofía y de ahí, también, que el que tenga las ideas claras o es un ignorante o es un demagogo.



Por lo pronto, si del amor en tanto que sentimiento hablamos nos encontramos con, al menos, tres conceptos señalados magistralmente por Manolo Escobar en su canción "Tres Amores":



Tres amores tengo,

uno, dos y tres.

Todos diferentes,

todos de mujer.

Y si uno me llama,

los otros también.

Uno el de mi madre,

otro es el de mi mujer,

y otro el de mi hija.

¡Qué suerte tener los tres!



( http://www.manoloescobar.net/cancionero/T/tresamores.htm < con vídeo)



Amor filial, amor materno y amor conyugal. Y no digamos ya si empezamos a forzar términos como "amistad". Ahora bien, de lo que tampoco nos podemos olvidar es del concepto católico del amor: "amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo". Como bien podemos observar cada uno de estos tipos de amor se distingue de los otros por el objeto amado, y cada uno de ellos conlleva un tipo de comportamiento, una serie de normas, para con el objeto amado, aunque algunos no sepan o puedan distinguirlos convirtiéndose en "monstruos", "degenerados", etc.: padres incestuosos, curas católicos de Irlanda, pederastas en general, el párroco de Toledo que ofrecía su amor por Internet... El comportamiento con el objeto amado define el tipo de amor de que se trate. ¿Lo define o lo constituye? He aquí el quid de la cuestión. Estamos muy acostumbrados a pensar en términos psicológico-mecanicistas: para realizar una acción necesitamos una motivación, un sentimiento. Como decíamos al principio, se trata de la herencia cartesiana potenciada por el auge de la Psicología en el siglo XX. Pero, ¿y si no fuera así? ¿Y si la motivación o el sentimiento fuesen, no previos, sino concomitantes a la acción? ¿Acaso no nos acostamos sin tener sueño y una vez en la cama nos dormimos? ¿No nos ponemos a comer sin hambre y terminamos por devorar todo sobre la mesa? ¿No nos empiezan a rascar y termina por picarnos todo el cuerpo?



"Obras son amores..." El amor es, fundamentalmente, acción. ¿Qué sentido tiene si no el amor a Dios y el amor al prójimo? Dios o el prójimo son entes abstractos que no se conocen. El prójimo todavía puede concretarse en una persona física, próxima. Pero no Dios. De aquí tantas críticas que se le han hecho al cristianismo: ¿cómo puede amarse algo que no se ve?. Y de aquí también el hecho de que algunos que pretendían amar a Dios con sentimientos, expresar esos sentimientos, como Santa Teresa o San Juan de la Cruz, fuesen perseguidos como herejes. A Dios se le ama obedeciéndole, siguiendo sus normas, comportándose "como es debido" y, sobre todo, comportándose con el prójimo porque  "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mt. 25, 40).



Ahora bien, para realizar una acción es necesaria la voluntad y para realizar una serie de acciones congruentes a lo largo de un período de tiempo (incluso una vida entera) es necesario el compromiso y la disciplina. No negamos el hecho de que si existe una motivación para realizar estas acciones todo será mucho más fácil, lo que decimos es que la realización de dichas acciones también produce la motivación y, lo que es más importante, la mantiene viva. Si del amor tratamos, lo podemos comparar con un fuego que ha de alimentarse, ha de alimentarse con acciones para que no se apague. La leña se convierte en fuego, la materia en energía. ¿Acaso no son lo mismo? Einstein lo demostró. Metáforas aparte, las acciones se transforman en sentimientos, y no sólo en los sentimientos de la otra persona hacia nosotros, sino en los nuestros hacia ella. Y el Amor en tanto que idea kantiana, quizá no muy clara (como se puede observar a lo largo de todo este rollo), en tanto que conjunto de sentimientos, normas y conceptos debe ser también aquello que nos guíe en el comportamiento, en la praxis, con las personas amadas. El amor es, sobre todo, compromiso; compromiso voluntario o, más bien, voluntarioso.



¿Podemos dejar de amar a una persona? Sí, pero ello se debe a que previamente hemos decidido dejar de amarla... Quizá debiéramos distinguir entre el amor y el enamoramiento, como hacía Ortega (en "Estudios sobre el amor"), para quien el enamoramiento era una cuestión fisiológica, natural y temporal, mientras que el amor era una cuestión cultural; pero entonces bastaría con cambiar "amor" por "enamoramiento" en el texto de Vizinczey y se acabaría la discusión... O no se acabaría, pero sería otra muy distinta. Aún así, si distinguiéramos estos dos conceptos, cabría preguntarse, en los casos concretos, hasta dónde llega uno y dónde empieza el otro: ¿puede haber amor sin enamoramiento? ¿enamoramiento sin amor? ¿podemos seguir amando a alguien sin estar enamorados? Las respuestas son difíciles sobre todo porque tampoco existe un concepto claro de lo que es el enamoramiento: ¿es un todo o nada? ¿O, por el contrario, se puede estar enamorado un poco?



En realidad creo que las respuestas que demos no son tan importantes porque aquí lo que se está jugando es otra cuestión, o más bien, dos cuestiones: por un lado, dónde ponemos el peso del amor, en la voluntad y el compromiso o en el sentimiento (que puede ser voluble, ya sea natural o cultural); y por otro (relacionado con lo anterior), teniendo en cuenta que el amor es una fuerza que une, que mantiene unidas a las personas, ¿qué tipo de sociedad queremos? ¿qué tipo de pareja? ¿qué tipo de familia? (aunque esto suene muy carca). Si las uniones homosexuales o heterosexuales, pero más allá de la pareja, la de los padres con los hijos, las de los hermanos entre sí, son producto del amor, ¿no sería mejor apostar por un amor sólido, basado en el compromiso, que en un amor líquido, basado en unas sensaciones que pueden resultar, a la postre, pasajeras y que acaban por destruir las relaciones construidas al pretender fluir, regando cuantas más flores mejor?



No estamos abogando por una recuperación de todos los valores tradicionales sobre el particular; no estamos abogando por un tipo de familia en concreto, ni por una opción sexual determinada, ni por unos ritos que escenifican la unión a la par que reunen puntualmente al resto de familiares y amigos. Todo esto son aderezos, notas accidentales de lo esencial: el compromiso entre dos personas, la ayuda mutua y la voluntad de hacer feliz a la otra parte... Muchas veces al margen de los sentimientos. Es evidente que el compromiso ha de ser mutuo (salvo, quizá, el amor por los hijos, los cuales habrán de responder el día de mañana), pues tampoco queremos volver a tiempos en los que el sacrificio y el compromiso, el amor sólido, se llevaba por sólo una de las partes, normalmente la mujer, mientras que la otra disfrutaba de un amor líquido con amantes, prostitutas, etc. (Alberto Matamoros:

http://www.filosofia.net/materiales/resenas/r_1_amor_matamoros.html). 






El compromiso en el matrimonio era un valor tradicional; puede que no siempre se cumpliera y se caía, entonces, en la hipocresía. La tradición, así como la revolución, tiene sus cosas positivas y sus cosas negativas; su recuperación puede no ser posible, pero es que puede que ni sea deseable. Pero quizá sí se puedan recuperar algunas de sus partes e ir con ellas sanando las heridas, entablillando las fracturas, de la revolución sexual y de la ampliación del campo de batalla económico al campo de las relaciones sentimentales (Houellebecq:

http://www.filosofia.net/materiales/num/num18/F-LS-Hou.htm, http://www.filosofia.net/materiales/num/num18/Res-Plataforma.htm)



Mientras tanto tendremos que seguir leyendo preciosos textos que encierran tantas mentiras y actitudes peligrosas, como verdades y actitudes positivas; leed éste de Amelie Nothomb:



La vida está jalonada de pruebas duras como piedras; una mecánica de fluidos permite, sin embargo, circular por ella. La Biblia, ese soberbio tratado de moral para uso de las piedras, de las rocas y de los menhires, nos enseña admirables y petrificados principios [...] y los que los siguen son esos seres inquebrantables y de una sola pieza, queridos por todos. Por el contrario hay criaturas incapaces de mantener esas actitudes graníticas y que, para avanzar, solo pueden deslizarse, infiltrarse, dar un rodeo. Cuando te preguntan si quieres o no casarte con fulano, se sugieren noviazgos, nupcias líquidas. Los patriarcas pedregosos ven en ellas a traidores o embusteros, cuando en realidad son sinceros a la manera del agua. [...] Esos seres fluidos atraen el desprecio de las masas cuando sus ondulantes actitudes han permitido evitar tantos conflictos. Los grandes bloques de virtuosas piedras, sobre los que nadie repara en elogios, están en el origen de todas las guerras.



Ejercicio: analizar el texto de Nothomb y escribir las conclusiones en los comentarios.








A continuación incluyo en el cuerpo de la entrada el debate sobre el texto que tiene lugar en los comentarios:



Gema dijo...



    Muy interesante tu texto, claro que te discutiría algunas cosas en las que te apoyas (aunque en el fondo esté más o menos de acuerdo contigo, no lo estoy en el uso que haces de algunas palabras y conceptos).



    Por ejemplo tu (no sé si intencionada o no) "confusión" entre sensación y sentimiento, entre sentimiento e instinto. Los sentimientos son algo elaborado, no innato; los sentimientos no nos acercan a los animales, mas bien al contrario, nos diferencian de ellos, al menos cuanto mas elaborados son, cuanto más nacen en los pensamientos y menos en los estímulos externos. Los sentimientos son elaboraciones mentales y personales de estímulos externos (o incluso elaboraciones sin estimulo). Diría que tu relación con la palabra sentimiento está cargada de connotaciones peyorativas, no acierto muy bien a comprender por qué...



    El amor es un concepto relacionado por definición con lo completo. Lo es para mí (ya te dije en una ocasión que para mí el amor era ese cuento de los hombres dividos por los dioses porque su felicidad los hacia peligrosos, que tú me dijiste era de Platón) y lo es al menos para los hispanohablantes. Se te ha ocurrido mirar como lo define la RAE?? a mí sí.



    Hay 14 definiciones, estas son las dos primeras



    1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.



    2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.



    Nosotros, que somos seres incompletos buscando ese algo o alguien que nos complete, de alguna manera buscamos en esa unión la perfección y la eternidad. Conceptos, los tres ideales, ajenos a la realidad física, material del ser humano pero que acompañan sus anhelos y forma de organizar el mundo desde que el hombre es hombre. Lo malo, lo feo, lo difícil es que perseguir un ideal lleva por definición, al fracaso.



    Por último igual que tu citas a Manolo Escobar yo citaré a Woody Allen (cada uno tiene sus referentes).



    Un hombre en el médico.

    - Doctor, doctor, mi hermano está loco, cree que es una gallina.

    - Y ¿por que no lo encierra?

    - Porque necesito los huevos.





Anónimo2 dijo...



    En el amor hay un sentimiento de trascendencia que es posible contemplar a pesar de la consciencia de contingencia.



    El deseo de eternidad permite a los amantes la experimentación de un delirio que, en sí mismo, actúa como canal de conexión con la eternidad.



    Cada uno de estos fenómenos fragmentarios de experiencia de eternidad son conexiones trascendentes con el ámbito de lo permanente.



    Es posible adquirir conocimiento y forjar universos paralelos a partir de la conexión trascendente que proporciona el amor.



    La exacerbación de la búsqueda de trascendencia lleva al suicidio por amor o a dar la vida por el ser amado. La trascendencia se obtiene al tratar de obtener una fusión idealista con el ser querido. El que pierde la vida pretende convertirse en una referencia permanente para el ser querido.



    Recomiendo ver: EL MARIDO DE LA PELUQUERA (Una gran película sobre el amor).





Rossa Nova dijo...



    De acuerdo, Gema, supongamos que me haya pasado exagerando la relación entre el sentimiento y el instinto; supongamos que lo que viene a decir Vizinczey es que el amor se acaba sin saber muy bien por qué debido a causas que escapan a nuestro control pero que no por ello dichas causas hayan de ser fisiológicas, instintivas (de hecho, bien pudiera no ser así, sino que tales causas tuvieran más que ver con la conformación normativa desestructurada de nuestra personalidad, queremos esto y lo contrario, como ya he dicho). En realidad, estas suposiciones no afectan para nada a lo verdaderamente importante: que el amor, siendo un sentimiento escaparía a nuestro control, mientras que siendo algo más, siendo también voluntad, sí podríamos mantenerlo bajo control. En esa voluntad como ya he dicho habría que incluir una serie de normas o comportamientos, entre ellos, como bien me has comentado fuera del blog, cierta renuncia a nuestra individualidad, una individualidad si no creada, sí al menos potenciada por la sociedad consumista moderna; renuncia necesaria para poder compartir cosas, tiempo, vida, en definitiva.



    Por otro lado la persecución del ideal que supone el amor y que según tú nunca se cumple, ilustrada por la conversación de la película de Woody Allen, es precisamente una confirmación de lo que supone el Amor como idea práctica, como idea que nos debe guiar. Pero si los conceptos que conlleva la idea de Amor son puramente ideales, resultan ser metafísicos, sin concreción; y yo quería huir de la metafísica.



    De igual modo considero metafísico todo el discurso de Anónimo2; lo cual no significa que las ideas que propone o que nos traslada no sean importantísimas para forjarnos la idea práctica del Amor, por ejemplo, dar la vida por el ser amado (siempre y cuando nos corresponda, claro, pero esto ya es prudencia realista).







Zanjas profundas en tu mente
Zanjas profundas en tu mundo
Zanjas que nos separan
Zanjas que nos escinden
Zanjas en las que caemos
a veces sin poder salir
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