¿Dónde están las fuentes?
Salgo de mi casa camino del fisio con la merienda en la mano: un puñado de negras y suculentas picotas (algo ligerito para no tener problemas durante el masaje, pues aunque éste era en las piernas, a veces suben más arriba... Mal pensados).
Cuando sólo me quedaba una picota... Maldición: estaba pocha. Bien es cierto que no llegué a metérmela en la boca. ¿Verdad que jode que te quede un último ejemplar (de lo que sea) y esté defectuoso? El caso más flagrante es el de las almendras: la última siempre está amarga. Mas en el caso que nos ocupa la consternación sufrida no sólo era por ser la última y estropeada picota, sino que, por serlo, había derramado sobre la palma de mi mano su fermentado néctar.
Abría y cerraba la mano y cada vez me costaba más desplegar los dedos, separarlos de la palma, separarlos entre sí.
Nada de chuparlos. Mejor sería lavarlos. ¿Dónde? En la fuente de algún parque...
... Un parque... No fuente
... Otro parque... Fuente sin caño (y sin agua, por tanto)
¿Un riego mecánico?
¿Un abuelito orinando?
Nada de nada de nada. Ningún chorrillo manando en esta maldita ciudad.
¿Qué ha pasado con las fuentes de antaño? ¿Dónde van a lavar los yonquis sus jeringas? ¿Cómo van a mojar los niños a las niñas? ¿Dónde van a llenar esos globitos que se pusieron de moda hace unos años? Ah, se me olvidaba: los yonquis murieron de sobredosis y los niños ahora juegan con la wii, metidos en sus casas con el aire acondicionado a salvos del calor del verano, de los pólenes alergénicos y de los pederastas apostados frente a las fuentes, ávidos espectadores de camisetas mojadas.
¿Dónde van a beber los perritos, esos mismos que se metían el caño hasta la garganta contagiando el moquillo a diestro y siniestro?
¿Dónde van a lavar las ropas los gitanos rumanos? (que los españoles ya las lavan en los pisos de re-alojo)
¿Dónde hostias lavarme las manos?
¿Quién quitó las fuentes públicas? ¿Gallardón? ¿El Canal? ¿El contubernio Lanjarón-Bezoya-Solán de Cabras en comandita con los adjudicatarios de las terrazas de verano? ¿Y en invierno? ¿Qué pasa en invierno? ¿Dónde beber agua gratis? ¿Gratis? Pero, ¿acaso no la pagamos con nuestros impuestos? Claro, ahora dirán que no eran suficientes impuestos, siempre lo fueron pero ahora no.
Este problema de las fuentes públicas viene de años atrás. Pero quizá sea un pequeño ejemplo de lo que nos espera con todos los demás servicios públicos (sanidad, educación, vías públicas...), servicios cuya alternativa quizá no sea tan fácil ni tan barata como pedir un vaso de agua en un bar o pasar a sus servicios, misión a veces tampoco tan fácil, depende de la zona: "los servicios solo son para los clientes, disculpen las molestias"; ¿cómo que disculpe? ¿Me está pisando adrede y tengo que disculparle? Exija al ayuntamiento que coloque unos servicios públicos, para eso paga los impuestos. Yo sólo estoy de paso.
Al final, con las manos pegajosas, llegué al fisioterapeuta y tras lograr despegar mi dedo índice izquierdo del botón del telefonillo, la palma derecha del picaporte de la puerta y negarle el saludo al masajista (que se joda, que siempre me lo niega él, alegando mejunje alcohólico arnico-romeril), entré a sus servicios y liberé a mis manos de su pringosa prisión.
¡ Loado sea Neptuno !